Paul Brunton considera que el camino espiritual tiene dos aspectos, lo que él llama el «Sendero Largo» y el «Sendero Breve». En el Sendero Largo, desarrollamos, purificamos y transformamos la personalidad, mientras que en el Sendero Breve, intentamos ponernos en contacto con lo divino dentro de nosotros y hacerlo realidad en nuestras vidas. Cuanto más hacemos este trabajo en el Sendero Largo, más luz divina puede brillar en y a través de la personalidad.

Las meditaciones sobre el pasado y el futuro que se ofrecen aquí son «Ultra-místicas», lo que requerirá competencia acerca de la meditación y comprensión del mentalismo. Si bien todos pueden usar esta técnica, serán más efectivas y producirán los resultados deseados si se cumplen estos requisitos.

Estos dos ejercicios, junto con otros cinco, forman parte del capítulo XIV del libro “La Sabiduría del Yo Superior”. Para aquellos que los encuentran un poco difíciles, PB presenta otros ejercicios de meditación más accesibles en sus libros » El Sendero Secreto» y «La Búsqueda del Yo Superior».

En este ejercicio, el alumno debe realizar un viaje extraño. Debe visitar al ser humano que era y a los acontecimentos  que vivió anteriormente. Este ejercicio debe practicarse por la noche, antes de acostarse. Si es imposible por alguna razón, se puede hacer por la mañana, inmediatamente después de despertarse, pero su efectividad se verá muy disminuida.

Después de acostarse y estirar completamente las piernas, el estudiante comenzará a dirigir su consciencia a través de su pasado. Repasará los principales acontecimientos del día a partir de ese momento y pasará de experiencia en experiencia, de sentimiento en sentimiento, de idea en idea, hasta el momento del despertar. Incluso debería intentar recordar los sueños que tuvo durante el curso la noche anterior y no detener esta revista hasta llegar a la imagen de sí mismo, acostado en su cama, a punto de quedarse dormido el día anterior. Si el ejercicio se realiza por la mañana, este paseo en el tiempo comenzará con los sueños de la noche y finalizará con el despertar del día anterior. La necesidad de alejar todas las demás imágenes que podrían perturbar la concentración hace que la meditación sobre imágenes particularmente vividas, sea deseable. Por tanto, el poder creativo de las imágenes mentales debe utilizarse con todo vigor. No es necesario revivir todo lo ocurrido en el transcurso de las últimas veinticuatro horas; basta con elegir algunos hechos, actividades, contactos, reflexiones que sean importantes desde el punto de vista personal y filosófico.

Lo esencial es ver actuar a su propio cuerpo como si fuera cualquier otro individuo. Debe verlo trabajando, moviéndose, hablando, regocijándose o sufriendo con la misma sensación de estar separado de él individualmente como está separado de las personas que conoce en la vida ordinaria. Al mismo tiempo, debe hacer que el tribunal imparcial de su Yo Superior considere sus acciones, pensamientos y sentimientos, para que se pueda juzgar su valor filosófico. Es necesario tener una actitud desapegada para exponer los complejos inconscientes y motivos ocultos, para criticar sin prejuicios favorables sus propios sueños, acciones y pensamientos, de acuerdo con lo que la filosofía exige moral e intelectualmente. Debe salir de su vida y considerarla como algo aparte; sus momentos de alegría o las desgracias de los días malos parecerán mucho menos importantes, como acontecimientos y mucho más como un medio para dar lecciones filosóficas. Por lo tanto, el ejercicio requiere un uso poderoso de la imaginación creativa para desmontar en sus propias huellas y resaltar este desarrollo de la consciencia.

El estudiante, observando  a su persona, tratándola teórica y efectivamente como una criatura separada y diferente de él mismo, juzgando sus pensamientos, sentimientos y acciones de manera imparcial y seria, crea para sí mismo un medio de mejoramiento muy efectivo. Se purificarán sus motivos, se educarán sus emociones, se fortalecerá su voluntad y se desarrollarán sus capacidades mentales. El poder de la mente para crear sus propias imágenes y hurgar en el pasado sirve para cambiar efectivamente su carácter. Además, la repetición fiel de este hábito también desarrollará el poder de la memoria. Esta facultad no sólo cederá durante la meditación de los pequeños detalles, que de otro modo pasarían desapercibidos, sino siempre que les hagamos un llamamiento durante el día, y esto con una facilidad creciente nunca antes experimentada.

Pero estas ventajas, aunque excelentes, son sólo un fin parcial de este ejercicio. Si la retrospección se lleva a cabo intensamente hasta el punto de detener y cambiar el flujo del tiempo, el estudiante se verá liberado de la ilusión de que sólo el presente parece real y lo mental ciertamente parece material. Además, la meta filosófica tiene lugar, no durante la meditación, sino en el intervalo que hay entre dos meditaciones. El estudiante comienza a comprender que el día anterior, no es más que un recuerdo, por lo tanto, es una forma de pensamiento todo lo que está viendo ahora —  en que  él mismo, los demás, los eventos y ambientes —  están incluídos, como una serie de formas de pensamiento. Empieza a ver los resultados en experiencias excepcionales, en extraños y breves intermedios que llegan inesperadamente a la vida de vigilia y sin previo aviso se apoderan de sus pensamientos.

Durante estos interludios, el mundo externo  adquirirá una nueva y sorprendente relación. Las calles sinuosas o la jungla solitaria que se extienden por todos los lados serán sentidos como una inmensa telaraña, tejida directamente desde el centro más profundo de su ser. Las sólidas paredes de una casa ya no estarán completamente separadas de él; el suelo mismo sobre el que está parado,  ya no será más una sustancia completamente extraña, y la persona viva que está a su lado no será más una criatura totalmente separada. Los límites entre el yo y el no-yo que, naturalmente, hacen del ser humano un materialista; de algún modo se diluyen o desaparecen. Sin embargo, esto no quiere decir que las formas objetivas y particulares se desvanezcan, sino que, extrañamente,  el ser de las mismas llegan a estar intimamente con él, en ese punto misterioso y central que está dentro de sí. LLega  a darse cuenta, brillantemente, de que la mente da realidad a sus propias construcciones, a través del otorgamiento de la atención concentrada sobre estas, que son proyectadas por la mente externa desde el interior de sí misma. Como era de esperarse, así  es el mundo enterro entero. El estudiante entonces, comprende que la mente construye todas las cosas que ve dentro de sí misma, lo que creía que estaba fuera de ella. Si bien, según la opinión popular e incluso científica, se cree que las sensaciones que producen el espectáculo panorámico del mundo son producidas dentro de nosotros a través de los objetos físicos que están fuera de nosotros y son impresos sobre nuestras mentes; el alumno verá por experiencia que lo contrario es la verdad.

Estos extraños hallazgos no serán el resultado de un razonamiento, sino de una experiencia tremendamente viva. No crea que el mundo se despoja así de su realidad y se transforma en una especie de sueño. Solo está despojado de una concepción limitada de la realidad. Lo único que subsiste a través de las incesantes mutaciones de la experiencia del mundo es lo que la Mente hace y observa.

El propósito final  filosófico de este ejercicio es despertar en el estudiante la consciencia del observador oculto. Es mucho más difícil que el anterior y llega en una etapa posterior. Puede manifestarse durante o fuera de la meditación. El estudiante se vuelve intermitentemente consciente de que hay algo característico en él que difiere de los acontecimientos pasajeros, que es su Testigo inmutable e imperturbable. El estudiante descubre en sí mismo la existencia de la experiencia, que es consciencia pura, disociada de su personalidad y de sus formas. Comienza a observar el incesante fluir de sus propios sentimientos, las ondas pulsantes de sus emociones y sus estados de ánimo; con la calmada y  desapasionada evaluación, como una pantalla entre su mentalidad cotidiana y su consciencia transcendental que intermitentemente se hace menos densa . El resultado es una gran quietud del corazón y una gran deliberación en su vida activa. Cada vez más a menudo, esta paz infinita y este desapego inexpresable vendrán a anunciarle que algo verdaderamente sobrenatural habita  en él y alrededor de él.

Los instantes que preceden al momento de quedarse dormido son importantes para toda persona. Tienen el poder latente de transformar efectivamente su existencia mental, moral y física. Usando este poder correctamente, el ser humano puede mejorar progresivamente su entorno y su carácter, al mismo tiempo. Estos momentos son aún más importantes para el estudiante que busca el Yo Superior, ya que también contienen el poder de cambiar la consciencia. Acostado en su cama, comience este ejercicio anticipando las ideas y actividades claves del día siguiente. Pero debe hacerse de una manera particular. El estudiante debe imaginar que se ha convertido en el filósofo ideal que quiere ser y buscar lo que su Yo Superior querría que hiciera y fuera. Por lo tanto, debe imaginarse a sí mismo dotado de las cualidades mentales y morales específicas, y que las está poniendo en práctica. Predice la mejor manera de reaccionar al contactar a otras personas; además, debe considerarse, al igual que en la meditación del pasado, al espectador distante e imparcial.

La claridad e intensidad con la que estas imágenes se manifestarán en su consciencia, así como el apaciguamiento de sus sentidos físicos, será una medida parcial de los resultados obtenidos. Debe registrar profundamente en su consciencia las imágenes de los pensamientos que debe tener, las acciones que debe practicar ante los probables eventos del día siguiente. El poder de la imaginación, cuando se concentra, es fuerte y disciplinado, puede ayudar considerablemente al ser humano a convertirse en dueño de sí mismo. Por el contrario, cuando se muestra indeciso, débil y confuso, se convierte en un obstáculo, un vínculo que impide su avance. La imaginación, para tener éxito en esta empresa, debe ser naturalmente fuerte y poderosa; la fe que lo sostiene y lo confirma debe ser igualmente potente; que la impresión de estas ideas sea tranquila y firme, no violenta. También debe reinar la confianza en el éxito. El estudiante debe repetirse estas sugerencias con perseverancia, no verbalmente, sino visualmente imaginando su logro. Esta repetición es importante.

Cada sugerencia ideacional que se imprime, en el transcurso de este estado de absorción, tendrá la tendencia de hacerse  realidad. Sus acciones se ajustarán espontánea e involuntariamente a las sugerencias que se hayan mantenido en su consciencia, durante este elevado momento crítico. Lo harán, por cierto, obligatoriamente, porque aquí entra en juego una profunda ley psicológica. Sin embargo, el punto esencial es conciliar el sueño de forma natural, justo en medio de la práctica de esta meditación. El menor desvío hacia la consciencia corporal podría romper la concentración y debilitar la sugestión. Si la consciencia de vigilia ha desaparecido mientras el estudiante tiene pensamientos que deben determinar su conducta futura, estos serán recogidos en el nivel más profundo de la mente y los  tomará en cuenta y los hará actuar en su forma superior. Al día siguiente, el aprendiz se encontrará, inconscientemente, llevando la sugerencia que le fue dada deliberadamente en la noche anterior. Cuando los eventos o encuentros, realmente  se presenten sentirá un repentino impulso interior para actuar precisamente de la manera que había imaginado. El primer resultado importante de este ejercicio es, por tanto, efectuar una eficiente remodelación del carácter, firme  debilitamiento de sus defectos, faltas y vicios, desarrollar incesantemente sus méritos, virtudes y buenas cualidades. Al repetir el ejercicio todas las noches, se pueden crear buenos hábitos en la vida de vigilia y se pueden hacer desaparecer los malos hábitos. El poder que es superior al  pensamiento consciente y a la tendencia emotiva, intervienen para corregirlos y desarrollarlos, tanto al uno como al otro, de una buena manera. Cada estudiante puede apelar perfectamente a esta fuerza superior para mejorar. Aquí hay una promesa razonable que puede darle más esperanzas, fortalecer su voluntad y ajustar su vida acercándole a sus ideales más elevados. Los pequeños éxitos  llegarán tarde o temprano para animarle a seguir esta práctica, e irán acompañados de la sensación de que el poder está creciendo. Con asombro, encontrará que la conducta que se había visualizado en la imaginación se lleva a cabo sin gran sacrificio por el poder único de su voluntad, y sus sugerencias anteriores se llevan a cabo sin lucha y sin oposición.

Todo esto introduce un nuevo elemento en su karma que lo modifica y produce, en continuidad, un cambio de circunstancias en la vida. De hecho, todas las imágenes mentales, cuando son lo suficientemente intensas, afectan estas circunstancias porque la Mente es su verdadera base. Todo lo que está profundamente grabado en la consciencia, en este período de pasividad de los sentidos que precede al sueño, tiende a reproducirse de manera creativa en la vida exterior, haciendo un ajuste no sólo del karma y la evolución, sino también de las tendencias de los pensamientos habituales, si entran en conflicto con las imágenes o ideas así grabadas.

Este ejercicio ayuda al alumno a escapar de sugerencias excesivas o de las inconscientes influencias hipnóticas,  que  ejercen sobre él otras personas e incluso el ambiente externo deliberadamente impresionante. Por otro lado, si el estudiante intenta incluir a otras personas en su meditación, debe haber una motivación absolutamente pura para ello. De lo contrario, se expondría a dolorosas represalias kármicas o, lo que es peor, al sufrimiento físico, a una degradación definitiva de su carácter. La tentación de actuar sobre el libre albedrío de otros, con un fin egoísta, puede presentarse muy fácilmente, pero sucumbir a esto lo llevará solamente al desastre; Sería absolutamente contrario al propósito de este ejercicio, que busca elevar al practicante por encima de su personalidad agitada, a la atmósfera desapasionada de la verdad, para hacerle sentir que algo por encima de su yo ordinario se ha apoderado de él y lo impulsa más alto, tanto en la consciência, el valor moral como la  comprensión. Vencer la resistencia de una persona a las cuestiones morales es una de las principales tareas que se llevan a cabo en el silencio y el secreto de esta meditación.

Si el alumno lo realiza fielmente obtendrá, como en el ejercicio anterior, otro resultado importante. Su centro de gravedad espiritual cambiará y por lo tanto, superará más fácilmente las vacilaciones emocionales, las pasiones físicas y las ilusiones intelectuales de la persona. Se volverá cada vez más consciente de una fuerza interior que, paradójicamente, reconoce ser grande en proporción a su capacidad para distinguir que esta se origina de algo que está más allá de sí mismo, algo que es universal e impersonal. Esto, de hecho, se deriva del observador oculto. De repente será consciente de su presencia en los momentos más inesperados de su vida ordinaria. Se elevará desde la mera participación en las circunstancias hacia la calma, atestiguando de algún modo, desinteressadamente para verlas  como deben ser vistas. Entonces, se reconocerá, extrañamente tranquilo, en la confusión del mundo que te rodea.

Aprende así a separar,  el «alma» impersonal del yo activo, a través de la comprensión metafísica de estos dos aspectos de sí mismo,  junto al recurrente esfuerzo místico destinado a desdoblar su consciencia. A medida que este esfuerzo sea cada vez más éxitoso, perderá cada vez más el sentido egoísta de vivir y trabajará únicamente con un propósito personal; sentido que surge de la auto identificación materialista con el cuerpo. Sólo cuando la consciencia destituye el predominio del sentido de estar personalmente ocupado con la vida, hace que el observador oculto transforme la existencia externa, usualmente prosaica y materialista, en algo divino.