Todas estas pequeñas mentes que pueblan el universo y están activas en los reinos de la Naturaleza no podrían haber llegado a existir a menos que hubiera una Mente de origen universal. Estas aportan para su existencia, hablan en silencio de su Origen divino. La noción materialista de que los centros individuales de vida inteligente podrían ser producidos por “materia” no inteligente es un absurdo completo.

La situación humana es una paradoja. Somos, al mismo tiempo, habitantes de un mundo de realidad y también de un mundo de apariencias. Una verdadera vida humana debe abarcar ambos aspectos, debe ser tanto espiritual como física, debe integrar tanto lo intuitivo como lo intelectual.

Tiene una doble existencia, con la parte frontal de su consciencia en el tiempo y la parte real fuera del tiempo. Todas las miserias y desgracias que puedan entrar en una parte no afectarán la bendita tranquilidad que reina permanentemente en la otra.

El Yo Superior es un término para el cual la experiencia pasada no puede proporcionar ningún significado. Pero tal vez hayas tenido momentos extrañamente hermosos donde todo parecía estar en paz, donde un mundo etéreo de ser se sentía muy cerca de ti. Bueno, en esos momentos, fuiste elevado al Yo Superior.

El Yo Superior es el yo interno o verdadero del ser humano, que refleja el ser y los atributos divinos. El Yo Superior es una emanación de la realidad suprema, pero no es una división ni un fragmento separado de ella. Es un rayo que brilla, pero no el sol en sí.

Si uno pudiera imaginar una consciencia que no busca ninguna cosa objetiva, y  que se mantiene en su propia pureza innata, una felicidad más allá de la cual es imposible ir y un yo que es invariablemente uno y el mismo, uno tendría la idea correcta del Yo Superior.

Los seres humanos están enraizados en la mente suprema a través del Yo Superior, que en consecuencia participa, por un lado, en una relación con un mundo vibrante y por otro, en una existencia que está por encima de todas las relaciones.

Ni los sentidos ni el intelecto pueden decirnos nada sobre la naturaleza intrínseca de esta Mente Infinita. A pesar de esto, no nos quedamos en completo desconocimiento al respecto. A través de su manifestación, el cosmos, podemos tener una alusión a su Inteligencia. A través de su emanación, el alma, podemos obtener más que una alusión acerca de su Beneficencia. “Más de lo que”, yo digo, porque la emanación se puede sentir dentro de nosotros como nuestro propio ser, mientras que la manifestación está fuera de nosotros y aparte.

Todo lo que existe en el tiempo también debe existir en el cambio. El Yo Superior no existe en el tiempo y no está sujeto a cambios.

Esta es la esencia permanente de una persona, su verdadero yo en contraste con su persona efímera. Quien quiera entrar en su consciencia entra en la atemporalidad, una experiencia maravillosa, en la que el fluir de los placeres y el dolor llega a su fin, en una serenidad absoluta, en la que se desconocen los lamentos del pasado, la impaciencia con el presente y los miedos del futuro.

Todos pensamos, experimentamos, sentimos y nos identificamos con el «yo». Pero, ¿quién sabe realmente lo que es? Para hacer esto, necesitamos mirar dentro de la mente, no en su contenido, como hacen los psicólogos, sino en lo que es en sí misma. Si perseveramos, podemos encontrar el «yo» detrás del «yo».

Sentirá que este yo más noble se cierne sobre él a veces. Esto es literalmente cierto. Por eso lo llamamos el Yo Superior.

Ese elemento en tu consciencia que te permite entender que existes y que te hace pronunciar las palabras «Yo Soy» es el elemento espiritual, aquí llamado el Yo Superior. Realmente es tu ser básico, pues de él se derivan las tres actividades de pensar, sentir y querer, son ondas que se extienden desde él, son atributos y funciones que le pertenecen. Pero de la manera habitual estas atividades en que pensamos, sentimos y actuamos no expresan al Yo Superior, porque están bajo el control de una entidad diferente, el ego personal. Nota: PB no usó intencionalmente comas entre pensar y sentir.

Solo hay un Yo Superior para toda la raza, pero el punto de contacto con él es especial y único, y constituye la individualidad más elevada.

Hay un punto en cada ser individual en el que lo humano y lo divino deben unirse, en el que la pequeña consciencia del individuo se postra ante la Mente Universal, o se mezcla sutilmente con ella, que es su fuente suprema. Es imposible describir esta intersección en términos que se ajusten adecuadamente, pero puede ser nombrada. En filosofía, es el Yo Superior.

Eso que conecta a la persona individual con el Espíritu Universal, lo llamo Yo Superior. Esta conexión nunca se puede romper. Su existencia es la principal garantía de que hay esperanza de salvación para todos, no solamente para quienes piensan que solo su grupo lo logrará.

Esta es la paradoja de que el Yo Superior es tanto universal como individual. Es el primero porque se cierne sobre todas las personas como un solo poder. Es el segundo porque cada individuo lo encuentra dentro de sí mismo. Es tanto espacio como punto en el espacio. Es un Espíritu infinito y al mismo tiempo es también la presencia sagrada en el corazón de todos.

Externamente todos somos diferentes, pero en la raíz profunda de la consciencia todos somos iguales.

El carácter misterioso del Yo Superior confunde inevitablemente al intelecto. Lo podemos apreciar mejor si aceptamos el hecho paradójico de que junta una dualidad y que, por tanto, hay dos formas de pensarlo, ambas correctas. Existe el ser divino que está completamente por encima de todas las preocupaciones temporales, absolutas y universales, y también está el ser semidivino que está en relación histórica con el ego humano.

Nadie puede explicar qué es el Yo Superior, porque es el origen, la fuente misteriosa de la mente explicativa y está más allá de todas sus capacidades. Pero lo que sí se puede explicar son los efectos de estar conscientemente en su presencia, las condiciones en las que se manifiesta, las formas en las que aparece en la vida y la experiencia humana, los caminos que conducen a su realización.

No podemos ver, oír o tocar sin la mente. Pero la mente, a su vez, no puede funcionar ni existir sin el Yo Superior.

Esta grandeza del yo es el polo magnético que nos atrae hacia lo Bueno, lo Hermoso, lo Justo, lo Verdadero y lo Noble. Sin embargo, él mismo está por encima de todos estos atributos, porque es el Sin Atributos, el Inefable y el Infinito que el pensamiento humano no puede comprender.

El Yo Superior no es un concepto metafísico frío o una ola pasajera de emoción. Él es una Presencia, sublime, sagrada y benefactora, que a través de su propio poder misterioso, toma posesión de tu corazón, pensamiento y cuerpo, haciéndote ver la vida desde un punto de vista más noble.

El Yo Superior no es simplemente un sentimiento agradable, aunque despierta tal sentimiento, sino una fuerza auténtica. Cuando posee una persona, está literal y realmente atrapada por la energía dinámica. De ahora en adelante, un poder creativo impregna su atmósfera, entra en sus acciones, impregna su mente y energiza sus palabras, y atraviesa su historia.

Que el Yo Superior no es producto de una imaginación engreída, sino que tiene una existencia real. Es una verdad que todo aquel que tenga la paciencia necesaria y se someta a la formación indispensable podrá comprobarlo por sí mismo.

Solo podemos conocer al Yo Superior siendo él, no pensando en él. Está más allá de los pensamientos, porque es Pensamiento, Mente Pura.

Llegará el día en que la ciencia, despertando más plenamente  de su actual letargo materialista, confesará humildemente que el alma humana realmente existe.

Para el ser humano de insight hay algo extraño, irónico, incluso patético, en el espectáculo de quienes vuelven la consciencia y el entendimiento derivados del Yo Superior contra la aceptación de Su existencia.

Este es su misterio, que, viéndolo todo, él mismo no es visto por nadie.

Observación: Mantenemos la palabra «insight».