El Sendero Breve es, en esencia, la práctica incesante de recordar, de estar en la Quietud, porque eso es, lo que realmente es, en su núcleo y donde se encuentra la Mente- Mundo.

La remembranza continua de la Quietud, acompañada del ingreso automático en ella, es la esencia y sustancia del Sendero Breve , la práctica esencial para el éxito. Debe realizarse en todo momento y en todas las circunstancias. Es decir, esta práctica realmente pertenece a la existencia rutinaria normal y es parte de ella. En consecuencia, cada vez que se olvida el practicante debe observar su falta y corregirla instantáneamente. Este trabajo interior se mantiene hasta que continúe por sí solo.

La mejor manera de honrar esta inmensa verdad de la realidad siempre presente del Yo Superior es recordándola, tan a menudo, tan continuamente y con tanta determinación como sea posible. Esta no es solo la mejor manera, sino también la más gratificante, para que su gracia salvadora pueda conceder una gran bendición.

… El «ejercicio de recordar» consiste en tratar de rememorar la visión del Yo Superior, no solo durante los tiempos establecidos para la meditación, sino también en cada momento del trabajo del día, así como la madre que ha perdido a su hijo, no puede liberarse de ese pensamento, sin importar lo que esté haciendo externamente, o como un amante que constantemente mantiene la vívida imagen de la amada en el fondo de su mente. De manera similar, mantenga viva la memoria del Yo Superior durante este ejercicio y deje que brille en el fondo mientras realice su trabajo diario. Pero el espíritu del ejercicio no debe perderse. No debería ser mecánico y frío. Más adelante quizás llegue el momento en que el recordar cese como ejercicio consciente y deliberadamente dirigido pase por sí solo a un estado que se mantendrá sin la ayuda de la voluntad del ego …

Aprenda a desviar la mirada del ego y volver al Yo Superior. Mantenga sus pensamientos tan a menudo como sea posible en la remembranza de la presencia eterna e infinita del Yo Superior. Mantenga su corazón ocupado con los sentimientos de paz, fe, armonía y libertad que genera este recuerdo.

El método de este ejercicio es mantener ininterrumpido y continuamente el recuerdo de la cercanía del alma, de la realidad del alma, de la trascendencia del alma. El objetivo de este ejercicio es estar completamente poseído por el alma.

Debe pensar tan a menudo e intensamente en el Yo Superior, como una joven enamorada piensa en su próxima cita con su ser amado. Todo su corazón debe permanecer aprisionado, por así decirlo, por esta aspiración. Esto debe practicarse no solo en momentos establecidos formalmente, sino también constantemente a lo largo del día como un ejercicio para recordar. Este yoga, realizado en todo momento y en todo lugar, se convierte en una vida permanente y no meramente en un ejercicio pasajero. Esta práctica de recordar constantemente al Yo Superior purifica la mente y gradualmente la vuelve introvertida de forma natural, la concentra y finalmente la ilumina.

No hay momento alguno en que este trabajo de remembranza interior pueda detenerse. Debe comenzar cuando se levante de la cama por la mañana y continuar hasta que sea hora de volver a ella por la noche.

Debe recapitularlo imaginativamente como si su benigna presencia le visitara, su buena voluntad le impregnara, su guía le ayudara y su paz lo envolviera.

Llegará a darse cuenta de que su verdadera fuerza radica en recordar a su yo superior, en recordar buscarlo y, sobre todo,   recordar a los dos con intenso amor, devoción y fe.

¿Cuánto tiempo debe una persona practicar esta remembranza del Yo Superior? Tendrá que practicarlo todo el tiempo que necesite luchar contra su ego.

Esta noción de que tenemos que esperar y esperar mientras progresamos lentamente, desde la esclavitud a la liberación, de la ignorancia al conocimiento, de las limitaciones actuales a un futuro de unión con lo Divino, solo es cierta si  dejamos que sea. Pero no es necesaria. Podemos transferir nuestra identificación del ego al Yo Superior en nuestro pensamiento habitual, en nuestras reacciones y actitudes diarias, en nuestras respuestas a los acontecimentos  y al mundo. Nuestra forma de pensar nos ha llevado a este estado insatisfactorio; podemos rehacerla  y salir de ella. A través del incesante recuerdo de lo que realmente somos, aquí y ahora, en este mismo momento, nos liberamos. ¿Por qué esperar lo que ya es?

Con el pensamiento se creó el ego; mediante el pensamiento, el poder del ego puede deshacerse. Pero el pensamiento debe ser dirigido a una entidad superior, pues la voluntad del ego de atacarse a sí mismo es solo un pretexto. Diríjalo constantemente al Yo Superior, dedíquese mentalmente al Yo Superior y ame emocionalmente al Yo Superior. ¿Puede entonces Él negarse a ayudarle?

Haga lo que haga para trabajar en el ego, ya sea que elimine esa debilidad o perfeccione esa facultad, siempre será el ego y su consciencia siempre permanecerá dentro de su círculo estrecho y firmemente cerrado. En el tiempo que le dedica a este trabajo, podría estar ocupado pensando en el no-ego, en el Yo Superior, y permanecer en ese pensamiento hasta que la luz del sol detrás de él lo traspase y usted se complazca  en la gloria.

El surgimiento de la presencia sagrada extingue automáticamente los deseos inferiores. Aferrarse a esa presencia donde quiera que vaya y haga lo que haga, como si fuera su identidad real, ayudará a establecer esa liberación como un hecho perdurable.

… En momentos de peligro real, el recuerdo calmado del Yo Superior le ayudará a protegerle.

A lo largo de este camino, la persona cuyo último pensamiento al dormir por la noche es el Yo Superior y cuyo primer pensamiento al despertar por la mañana es nuevamente el Yo Superior.

Esta remembranza constante del yo más elevado se convierte con el tiempo, en una especie de comunión sagrada.

Olvidar el yo pero recordar el Yo Superior, es tan simple como eso, y también tan difícil como eso.